viernes, 27 de mayo de 2011

Lorca, de nueva cuenta

Lorca: dibujo
Diván del Tamarit
Fiel a su raigambre granadina, Federico García Lorca siempre estuvo atento a la tradición, cultivo y estudio de la cultura y el arte de Al-Ándalus. Tan fue así que tiene dedicados poemas, conferencias y prosa sobre el cante jondo, escribió el célebre poemario Romancero gitano, prosa poética sobre Granada y, en particular, por lo que concierne ahora, el Diván del Tamarit.


El Diván del Tamarit es un poemario concebido y escrito a la usanza de, pero sobre todo, en homenaje a
los poetas árabes de la Granada de Al-Ándalus. Diván, es una colección o florilegio de poesías en árabe, persa o turco. En tanto que Tamarit es el nombre de una huerta de la familia del poeta, situada al borde de la Vega de Granada, donde muchos de esos poemas fueron escritos, por eso los llamaría del Tamarit, cuyo nombre significa en árabe “abundante en dátiles”.


Ahora bien, estudiosos lorquianos calculan que el Diván fue escrito entre 1931 y 1934, luego del retorno de Federico de su estancia en Nueva York, y muy probablemente a raíz de su lectura de Poesías asiáticas, puestas en verso castellano de Gaspar María de Nava, conde de Noroña, así como del libro Poemas arabigoandaluces de su amigo Emilio García Gómez. En todo caso, de ahí surgió la idea, el concepto formal y estructural del Diván.


En el prólogo de una primera edición fallida del Diván que publicaría la Universidad de Granada, el mencionado arabista Emilio García Gómez escribió lo siguiente:


“Llámase casida en árabe a todo poema de cierta longitud, con determinada arquitectura interna (…) y en versos monorrimos, medidos con arreglo a normas escrupulosamente estereotipadas. La gacela –empleada principalmente en la lírica persa- es un corto poema, de asunto de preferencia erótico, ajustado a determinadas técnicas y cuyos versos son más de cuatro y menos de quince. Diván es la colección de las composiciones de un poeta, generalmente catalogadas por orden alfabético de rimas.”


A continuación aclara que pese a que el uso que hace Lorca de esas denominaciones es arbitrario, por cuanto no se ajusta a sus definiciones, el Diván no se inserta en el orientalismo de «máscaras literarias de un carnaval romántico» y sus poemas son «auténticamente lorquianos», un homenaje de simpatía que se inserta en el estudio de la herencia andalusí.


Respecto al orientalismo de Lorca, dice quien fuera su amigo y gran poeta asimismo, Luis Cernuda, lo siguiente: “Muchas veces parece Lorca un poeta oriental; la riqueza de su visión y el artificio que en no pocas ocasiones hay en ella, lo recamado de la expresión y lo exuberante de la emoción, todo concurre a corroborar ese orientalismo. Orientalismo que acaso se manifieste en la manera natural de expresar su sensualidad, que es rasgo capital de su poesía.” Estudios sobre poesía española contemporánea (1970).


A partir de Poeta en Nueva York emerge una nueva poética lorquiana cuya trato temático, estructura, coloratura, metáforas, acentos, temple emocional, trasfondo y demás elementos experimentan un enorme salto cualitativo, una notoria evolución poética que reafirma en el Diván, no obstante que podemos diferenciar claramente ambas obras por su distinta materia, el lenguaje, la plasticidad y tono poéticos alcanzados en Nueva York se plasman también en ésta última obra.


A fin de aproximarnos a la poética lorquiana, considero pertinente reproducir las siguientes referencias:


Los símbolos: de acuerdo con su gusto por los elementos tradicionales, Lorca utiliza frecuentemente símbolos en su poesía. Se refieren muy frecuentemente a la muerte aunque, dependiendo del contexto, los matices varían bastante. Son símbolos centrales en Lorca:


• La luna: es el símbolo más frecuente en Lorca. Su significación más frecuente es la de muerte, pero también puede simbolizar el erotismo, la fecundidad, la esterilidad o la belleza.
• El agua: cuando corre, es símbolo de vitalidad. Cuando está estancada, representa la muerte.
• La sangre: representa la vida y, derramada, es la muerte. Simboliza también lo fecundo, lo sexual.
• El caballo (y su jinete): está muy presente en toda su obra, portando siempre valores de muerte, aunque también representa la vida y el erotismo masculino.
• Las hierbas: su valor dominante, aunque no único, es el de ser símbolos de la muerte.
• Los metales: también su valor dominante es la muerte. Los metales aparecen bajo la forma de armas blancas, que conllevan siempre tragedia.


La metáfora: es el procedimiento retórico central de su estilo. Bajo la influencia de Góngora, Lorca maneja metáforas muy arriesgadas: la distancia entre el término real y el imaginario es considerable. En ocasiones, usa directamente la metáfora pura. Sin embargo, a diferencia de Góngora, Lorca es un poeta conceptista, en el sentido de que su poesía se caracteriza por una gran condensación expresiva y de contenidos, además de frecuentes elipsis. Las metáforas lorquianas relacionan elementos opuestos de la realidad, transmiten efectos sensoriales entremezclados, etc.


Granada
La división en lo que Lorca denominó como gacelas y casidas forma con las primeras un corpus fundamentalmente amoroso en el poemario, y no parece responder a una razón formal; el Diván de Lorca no sigue la ordenación tradicional de un diván persa, basado en el orden alfabético de las rimas, y sus casidas y gacelas tampoco siguen en general las normas técnicas y las métricas árabes. Las maravillosas y atrevidas metáforas empleadas rondan la idea o representación de la muerte y el amor erótico, desde un lenguaje y estilo eminentemente lorquiano.


De tal manera, los poemas quedaron estructurados como sigue:


Gacelas


• I. Gacela del amor imprevisto
• II. Gacela de la terrible presencia
• III. Gacela del amor desesperado
• IV. Gacela del amor que no se deja ver
• V. Gacela del niño muerto
• VI. Gacela de la raíz amarga
• VII. Gacela del recuerdo del amor
• VIII. Gacela de la muerte oscura
• IX. Gacela del amor maravilloso
• X. Gacela de la huida
• XI. Gacela del amor con cien años
• XII. Gacela del mercado matutino


Casidas


• I. Casida del herido por el agua
• II. Casida del llanto
• III. Casida de los ramos
• IV. Casida de la mujer tendida
• V. Casida del sueño al aire libre
• VI. Casida de la mano imposible
• VII. Casida de la rosa
• VIII. Casida de la muchacha dorada
• IX. Casida de las palomas oscuras


En seguida se transcribe íntegro el poemario, que el lector puede leer parcial o totalmente, o dejar de hacerlo, según su gusto y preferencia. (F.Z.)




Diván del Tamarit 
Gacelas


Gacela del amor imprevisto


Nadie comprendía el perfume
de la oscura magnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.


Mil caballitos persas se dormían
en la plaza con luna de tu frente,
mientras que yo enlazaba cuatro noches
tu cintura, enemiga de la nieve.


Entre yeso y jazmines, tu mirada
era un pálido ramo de simientes.
Yo busqué, para darte, por mi pecho
las letras de marfil que dicen siempre,


siempre, siempre: jardín de mi agonía,
tu cuerpo fugitivo para siempre,
la sangre de tus venas en mi boca,
tu boca ya sin luz para mi muerte.


Gacela de la terrible presencia


Yo quiero que el agua se quede sin cauce,
yo quiero que el viento se quede sin valles.


Quiero que la noche se quede sin ojos
y mi corazón sin flor del oro;


que los bueyes hablen con las grandes hojas
y que la lombriz se muera de sombra;


que brillen los dientes de la calavera
y los amarillos inunden la seda.


Puedo ver el duelo de la noche herida
luchando enroscada con el mediodía.


Resiste un ocaso de verde veneno
y los arcos rotos donde sufre el tiempo.


Pero no ilumines tu limpio desnudo
como un negro cactus abierto en los juncos.


Déjame en un ansia de oscuros planetas,
pero no me enseñes tu cintura fresca.


Gacela del amor desesperado


La noche no quiere venir
para que tú no vengas,
ni yo pueda ir.


Pero yo iré,
aunque un sol de alacranes me coma la sien.


Pero tú vendrás
con la lengua quemada por la lluvia de sal.


El día no quiere venir
para que tú no vengas,
ni yo pueda ir.


Pero yo iré
entregando a los sapos mi mordido clavel.


Pero tú vendrás
por las turbias cloacas de la oscuridad.


Ni la noche ni el día quieren venir
para que por ti muera
y tú mueras por mí.


Gacela del amor que no se deja ver


Solamente por oír
la campana de la Vela
te puse una corona de verbena.


Granada era una luna
ahogada entre las yedras.


Solamente por oír
la campana de la Vela
desgarré mi jardín de Cartagena.


Granada era una corza
rosa por las veletas.


Solamente por oír
la campana de la Vela
me abrasaba en tu cuerpo
sin saber de quién era.


Gacela del niño muerto


Todas las tardes en Granada,
todas las tardes se muere un niño.
Todas las tardes el agua se sienta
a conversar con sus amigos.


Los muertos llevan alas de musgo.
El viento nublado y el viento limpio
son dos faisanes que vuelan por las torres
y el día es un muchacho herido.


No quedaba en el aire ni una brizna de alondra
cuando yo te encontré por las grutas del vino
No quedaba en la tierra ni una miga de nube
cuando te ahogabas por el río.


Un gigante de agua cayó sobre los montes
y el valle fue rodando con perros y con lirios.
Tu cuerpo, con la sombra violeta de mis manos,
era, muerto en la orilla, un arcángel de frío.


Gacela de la raíz amarga


Hay una raíz amarga
y un mundo de mil terrazas.


Ni la mano más pequeña
quiebra la puerta del agua.


¿Dónde vas, adónde, dónde?
Hay un cielo de mil ventanas
-batalla de abejas lívidas-
y hay una raíz amarga.


Amarga.


Duele en la planta del pie
el interior de la cara,
y duele en el tronco fresco
de noche recién cortada.


¡Amor, enemigo mío,
muerde tu raíz amarga!


Gacela de la muerte oscura


Quiero dormir el sueño de las manzanas
alejarme del tumulto de los cementerios.
Quiero dormir el sueño de aquel niño
que quería cortarse el corazón en alta mar.


No quiero que me repitan que los muertos no pierden la sangre;
que la boca podrida sigue pidiendo agua.
No quiero enterarme de los martirios que da la hierba,
ni de la luna con boca de serpiente
que trabaja antes del amanecer.


Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que haya un establo de oro en mis labios;
que soy el pequeño amigo del viento Oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.


Cúbreme por la aurora con un velo,
porque me arrojará puñados de hormigas,
y moja con agua dura mis zapatos
para que resbale la pinza de su alacrán.


Porque quiero dormir el sueño de las manzanas
para aprender un llanto que me limpie de tierra;
porque quiero vivir con aquel niño oscuro
que quería cortarse el corazón en alta mar.


Gacela del amor maravilloso


Con todo el yeso
de los malos campos,
eras junco de amor, jazmín mojado.


Con sur y llamas
de los malos cielos,
eres rumor de nieve por mi pecho.


Cielos y campos
anudaban cadenas en mis manos.


Campos y cielos
azotaban las llagas de mi cuerpo.



Gacela del recuerdo del amor

No te lleves tu recuerdo.
Déjalo solo en mi pecho,
temblor de blanco cerezo
en el martirio de enero.
Me separa de los muertos
un muro de malos sueños.
Doy pena de lirio fresco
para un corazón de yeso.
Toda la noche en el huerto
mis ojos, como dos perros.
Toda la noche, comiendo
los membrillos de veneno.
Algunas veces el viento
es un tulipán de miedo,
es un tulipán enfermo,
la madrugada de invierno.
Un muro de malos sueños
me separa de los muertos.
La niebla cubre en silencio
el valle gris de tu cuerpo.
Por el arco del encuentro
la cicuta está creciendo.
Pero deja tu recuerdo
déjalo sólo en mi pecho.


Gacela de la huida


Me he perdido muchas veces por el mar
con el oído lleno de flores recién cortadas,
con la lengua llena de amor y de agonía.
Muchas veces me he perdido por el mar,
como me pierdo en el corazón de algunos niños.


No hay noche que, al dar un beso,
no sienta la sonrisa de las gentes sin rostro,
ni hay nadie que, al tocar un recién nacido,
olvide las inmóviles calaveras de caballo.


Porque las rosas buscan en la frente
un duro paisaje de hueso
y las manos del hombre no tienen más sentido
que imitar a las raíces bajo tierra.


Como me pierdo en el corazón de algunos niños,
me he perdido muchas veces por el mar.
Ignorante del agua voy buscando
una suerte de luz que me consuma.


Gacela del mercado matutino


Por el arco de Elvira
quiero verte pasar,
para saber tu nombre
y ponerme a llorar.


¿Qué luna gris de las nueve
te desangró la mejilla?
¿Quién recoge tu semilla
de llamaradas en la nieve?
¿Qué alfiler de cactus breve
asesina tu cristal?


Por el arco de Elvira
voy a verte pasar,
para beber tus ojos
y ponerme a llorar.


¡Qué voz para mi castigo
levantas por el mercado!
¡Qué clavel enajenado
en los montones de trigo!
¡Qué lejos estoy contigo,
qué cerca cuando te vas!


Por el arco de Elvira
voy a verte pasar,
para sentir tus muslos
y ponerme a llorar.


Gacela del amor con cien años


Suben por la calle
los cuatro galanes,


ay, ay, ay, ay.


Por la calle abajo
van los tres galanes,


ay, ay, ay.


Se ciñen el talle
esos dos galanes,


ay, ay.


¡Cómo vuelve el rostro
un galán y el aire!


Ay.


Por los arrayanes
se pasea nadie.


Casidas


Casida del herido por el agua


Quiero bajar al pozo,
quiero subir los muros de Granada,
para mirar el corazón pasado
por el punzón oscuro de las aguas.
El niño herido gemía

con una corona de escarcha.
Estanques, aljibes y fuentes
levantaban al aire sus espadas.
¡Ay, qué furia de amor, qué hiriente filo,
qué nocturno rumor, qué muerte blanca!
¡Qué desiertos de luz iban hundiendo
los arenales de la madrugada!
El niño estaba solo
con la ciudad dormida en la garganta.
Un surtidor que viene de los sueños
lo defiende del hambre de las algas.
El niño y su agonía, frente a frente,
eran dos verdes lluvias enlazadas.
El niño se tendía por la tierra
y su agonía se curvaba.
Quiero bajar al pozo,
quiero morir mi muerte a bocanadas,
quiero llenar mi corazón de musgo,
para ver al herido por el agua.


Casida del llanto
He cerrado mi balcón
por que no quiero oír el llanto
pero por detrás de los grises muros
no se oye otra cosa que el llanto.


Hay muy pocos ángeles que canten,
hay muy pocos perros que ladren,
mil violines caben en la palma de mi mano.


Pero el llanto es un perro inmenso,
el llanto es un ángel inmenso,
el llanto es un violín inmenso,
las lágrimas amordazan al viento,
no se oye otra cosa que el llanto.


Casida de los ramos


Por las arboledas del Tamarit
han venido los perros de plomo
a esperar que se caigan los ramos,
a esperar que se quiebren ellos solos.


El Tamarit tiene un manzano
con una manzana de sollozos.
Un ruiseñor apaga los suspiros
y un faisán los ahuyenta por el polvo.


Pero los ramos son alegres,
los ramos son como nosotros.
No piensan en la lluvia y se han dormido,
como si fueran árboles, de pronto.


Sentados con el agua en las rodillas
dos valles esperaban al otoño.
La penumbra con paso de elefante
empujaba las ramas y los troncos.


Por las arboledas de Tamarit
hay muchos niños de velado rostro
a esperar que se caigan mis ramos,
a esperar que se quiebren ellos solos.

Casida de la mujer tendida


Verte desnuda es recordar la tierra.
La tierra lisa, limpia de caballos.
La tierra sin un junco, forma pura
cerrada al porvenir: confín de plata.


Verte desnuda es comprender el ansia
de la lluvia que busca débil talle,
o la fiebre del mar de inmenso rostro
sin encontrar la luz de su mejilla.


La sangre sonará por las alcobas
y vendrá con espada fulgurante,
pero tú no sabrás dónde se ocultan
el corazón de sapo o la violeta.


Tu vientre es una lucha de raíces,
tus labios son un alba sin contorno,
bajo las rosas tibias de la cama
los muertos gimen esperando turno.


Casida del sueño al aire libre


Flor de jazmín y toro degollado.
Pavimento infinito. Mapa. Sala. Arpa. Alba.
La niña finge un toro de jazmines
y el toro es un sangriento crepúsculo que brama.


Si el cielo fuera un niño pequeñito,
los jazmines tendrían mitad de noche oscura,
y el toro circo azul sin lidiadores
y un corazón al pie de una columna.


Pero el cielo es un elefante
y el jazmín es un agua sin sangre
y la niña es un ramo nocturno
por el inmenso pavimento oscuro.


Entre el jazmín y el toro
o garfios de marfil o gente dormida.
En el jazmín un elefante y nubes

y en el toro el esqueleto de la niña.


Casida de la mano imposible


Yo no quiero más que una mano,
una mano herida, si es posible.
Yo no quiero más que una mano,
aunque pase mil noches sin lecho.


Sería un pálido lirio de cal,
sería una paloma amarrada a mi corazón,
sería el guardián que en la noche de mi tránsito
prohibiera en absoluto la entrada a la luna.


Yo no quiero más que esa mano
para los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía
Yo no quiero más que esa mano

para tener un ala de mi muerte.


Lo demás todo pasa.
Rubor sin nombre ya, astro perpetuo.
Lo demás es lo otro; viento triste,
mientras las hojas huyen en bandadas.


Casida de la rosa


La rosa
no buscaba la aurora:
casi eterna en su ramo,
buscaba otra cosa.


La rosa,
no buscaba ni ciencia ni sombra:
confín de carne y sueño,
buscaba otra cosa.


La rosa,
no buscaba la rosa.
Inmóvil por el cielo
buscaba otra cosa.


Casida de la muchacha dorada


La muchacha dorada
se bañaba en el agua
y el agua se doraba.
Las algas y las ramas
en sombra la asombraban
y el ruiseñor cantaba
por la muchacha blanca.
Vino la noche clara,
turbia de plata mala,
con peladas montañas,
bajo la brisa parda.
La muchacha mojada
era blanca en el agua
y el agua, llamarada.
Vino el alba sin mancha
con mil caras de vaca,
yerta y amortajada
con heladas guirnaldas.

La muchacha de lágrimas
se bañaba entre llamas,
y el ruiseñor lloraba
con las alas quemadas.
La muchacha dorada
era una blanca garza
y el agua la doraba.


Casida de las palomas oscuras


Por las ramas del laurel
van dos palomas oscuras.
La una era el sol,
la otra la luna.
"Vecinitas", les dije,
"¿dónde está mi sepultura?"
"En mi cola", dijo el sol.
"En mi garganta", dijo la luna.
Y yo que estaba caminando
con la tierra por la cintura
vi dos águilas de nieve
y una muchacha desnuda.
La una era la otra
y la muchacha era ninguna.
"Aguilitas", les dije,
"¿dónde está mi sepultura?"
"En mi cola", dijo el sol.
"En mi garganta", dijo la luna.
Por las ramas del laurel
vi dos palomas desnudas.
La una era la otra
y las dos eran ninguna.








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