viernes, 14 de febrero de 2014

John Singer Sargent


John Singer Sargent: el arte del retrato
John Singer Sargent, Autorretrato, 1906.
Por: Federico Zertuche

Desde que tuve a la vista los primeros cuadros de Sargent quedé muy impresionado por la notable maestría impregnada en cada una de sus obras; más allá de la temática, del extraordinario manejo del color y la luz, de la peculiar composición, la agudeza con que capta y proyecta la personalidad de los retratados, de la atmósfera lograda, e incluso del estilo –elementos dignos de particular atención y estudio-, sobresale una poderosa fuerza que se plasma en cada uno de esos aspectos del cuadro y en el conjunto, averigüemos, pues, de dónde proviene y en qué consiste tan singular fortaleza estética.

Durante el cambio de siglo, John Singer Sargent (1856-1925) es ya una figura ampliamente reconocida internacionalmente como el retratista de gobernantes, de la alta burguesía y la aristocracia, así como de intelectuales y artistas europeos y estadounidenses. Sus retratos revelan de tal forma la individualidad y la personalidad de sus modelos, que sus admiradores creían que sólo era superado por DiegoVelázquez.

La familia Sargent, de ilustre prosapia, tenía profundas raíces en Nueva
Duchess of Portland, 1902.
Inglaterra desde la época más remota colonial. El abuelo de John Singer, Winthrop Sargent IV, luego de fracasar en un negocio de marina mercante en Gloucester, Massachusetts, se mudó con su familia a Filadelfia. En esta ciudad, su hijo Fitzwilliam se formó como médico y en 1850 se casó con Mary Newbold Singer, hija de un exitoso y rico comerciante local.

A finales del verano de 1854, la pareja viajó a Europa en busca de un clima saludable y como una distracción luego de la prematura muerte de su primer hijo. Aunque los planes de viaje eran temporales, los Sargent decidieron permanecer en Europa, convirtiéndose en una suerte de expatriados que pasaban los inviernos en Florencia, Roma o Niza y los veranos en los Alpes y otras regiones más frías, con residencia habitual en París. Así fue como su hijo John nació en Florencia en enero de 1856.

Debido a la constante movilidad de los Sargent, John recibió una educación poco formal o académica, antes que asistir a escuelas o colegios, más bien fueron tutores –entre ellos su padre- quienes se ocuparon de instruirlo en geografía, aritmética, lectura y otras disciplinas. Desde temprano recibió clases de piano, convirtiéndose con el tiempo en consumado pianista. Aprendió italiano, francés y alemán.

Su madre, una artista aficionada, proporcionó a John cuadernos y material de
Lord Ribblesdale, 1902.
dibujo y le animó a dibujar durante sus excursiones y viajes. Muy pronto John dio muestras de una gran capacidad para observar la naturaleza, de ser muy cuidadoso y prolijo en sus dibujos y en la realización de detallados bocetos de paisajes y escenas que registraba. A los trece años de edad, su madre escribió de John que "dibuja muy bien y tiene un ojo extraordinariamente rápido y correcto. Si pudiéramos permitirnos darle lecciones realmente buenas, pronto sería un pequeño artista." A los diecisiete fue descrito por su madre como "terco, curioso, resuelto y fuerte", aunque tímido, generoso y modesto, por su padre. A los 18 años tenía conocimiento de primera mano de muchos de los grandes maestros, "en Venecia he aprendido a admirar inmensamente a Tintoretto y a considerarlo quizás solo por detrás de Miguel Ángel y Tiziano."


La primera educación formal en arte la obtuvo
durante el invierno de 1873/74
Retrato de Carolus-Duran, pintor/retratista maestro de Sargent.

en la Accademia di Belle Arti de Florencia. En la primavera de 1874, Fitzwilliam Sargent decidió nutrir el talento de su hijo en París, que se había convertido en el más poderoso imán del mundo para los estudiantes de arte.
 
En mayo de 1874, Sargent entró en el taller de enseñanza de un pintor con estilo juvenil, Carolus-Duran, retratista líder en la Tercera República de Francia, que animaba a sus estudiantes a pintar de manera inmediata (en lugar de hacer dibujos preliminares), a fin de aprovechar los planos o superficies con la utilización de pigmentos viscosos, y preservar la frescura del boceto en la obra terminada. También los exhortaba a estudiar artistas que demostraron libertad pictórica: Frans Hals y Rembrandt, Anthony van Dyck y Joshua Reynolds, y, por encima de todos los demás, al maestro español Diego Velázquez. El joven Sargent se acercó a su maestro estilísticamente y se convirtió en su protégé. No hay casi ningún trabajo de Sargent, comenzando con sus exitosas presentaciones a los Salones de París desde 1877, que no refleje la manera de Carolus-Duran o de aquellos viejos maestros de la tradición pictórica.

En mayo de 1876, acompañado de su madre y hermana Emily, Sargent hizo
Mrs Huth Jackson (Clar Annabel Caroline Grant Duff).
su primer viaje a los Estados Unidos, que incluiría visitas a la Exposición del Centenario en Filadelfia y las Cataratas del Niágara. En el otoño de 1879, ya no asiste a las clases con regularidad y se concentra en la construcción de su carrera. Inicia un período de largos viajes para ver las obras de los viejos maestros y reunir ideas para su pintura, visita España, Holanda y Venecia. Lugares pintorescos incitaron a Sargent pintar escenas de género, que luego mostró junto a sus retratos y le dieran reputación. Algunos de sus lienzos bañados por el sol de finales de 1870 nos hablan de la influencia de Claude Monet, a quien Sargent conoce, trata y se reúne en París en 1876 en la segunda exposición impresionista.

No obstante que entre 1977 y 1882, Sargent se esmerara en pintar y hacer
Madame X, (Madame Pierre Gautreau).
retratos con sujeción a los cánones establecidos por los salones parisinos, en los cuales obtuvo aceptación y elogios, su atención y carrera profesional le fueron llevando cada vez más hacia el retrato como género que en todo caso definiera su reputación. En ese entonces el retrato más conocido y célebre es el titulado “Madame X”, obra cuyo comentario crítico lo dejo a Carolina Edwards, de quien reproduzco el siguiente extracto:
“Misterioso y sensual refinamiento.

Tal fue el revuelo que causó esta obra en el Salón de París de 1884 y en la sociedad francesa debido a la provocativa postura de la mujer retratada, que Sargent decidió dejar el nombre de la modelo en el anonimato titulando la pintura simplemente "Madame X". 

Ella era en realidad Virginia Avegno (1859-1915), mitad francesa, mitad
Scuola di San Rocco, Venezia, 1903, watercolors. 

italiana, nacida en Louisiana y casada con un banquero francés llamado Pierre Gautreau. El escándalo causado por el cuadro terminó destruyendo la reputación de Mme. Gautreau y provocó que el pintor se trasladara definitivamente a Londres, donde vivió hasta su muerte.

Dejando de lado por un momento la mentalidad de la época, miremos objetiva y detalladamente el cuadro para descubrir qué nos enseña.

Vemos a una bella y probablemente culta mujer, elegantemente vestida de negro, luciendo un generoso escote en forma de corazón que resalta la blancura y casi transparencia de su piel. 

Seductora, sensual y enigmática, no nos mira de frente, en una postura
Carrara workmen, 1911, acuarela.
forzada y poco natural para un retrato de cuerpo entero. En su fino y aristocrático perfil destaca su rosada oreja izquierda que contrasta con el resto de su pálido cuerpo. 

Vestida de fiesta, se afirma incómodamente con su mano derecha en una pequeña mesa, mientras con la otra sugestivamente recoge su traje. Sin duda, un retrato cuyo misterio esconde tanto como nos enseña. 

Hoy es considerado como uno de los mejores trabajos de Sargent, además de haber sido uno de los favoritos del artista." (Aprendiendo a mirar, Carolina Edwards, diario El Mercurio, Chile 12/mayo/2010).
 

No obstante la novedad y la calidad del retrato de Madame X, fue un éxito de
Robert Louis Stevenson y su esposa, 1885.
escándalo en el Salón de 1884, que provocó críticas por la indiferencia de Sargent a las convenciones de pose, modelado y tratamiento del espacio, incluso veinte años después de los esfuerzos pioneros de Manet. Después de haber ganado notoriedad en lugar de fama, Sargent decidió que Londres sería más acogedor que París.
En la primavera de 1886, se trasladó a Inglaterra para el resto de su vida. Temerosos de que Sargent podría sacrificar la caracterización de un espectáculo de " estilo francés ", que se asociaban a “Madame X” y que por fuerza no gustaba a los potenciales clientes ingleses, éstos en principio se mostraron un poco reacios con sus encargos. Con el tiempo y la enorme energía creativa, Sargent pasó varios veranos en proyectos impresionistas. Estos se alimentaron de su contacto con Monet, a quien visitó varias veces en Giverny, a partir de principios del verano de 1885, y por la oportunidad de trabajar al aire libre durante los veranos de 1885 y 1886 en la aldea de Cotswolds de Broadway, Worcestershire.

El más ambicioso lienzo de Sargent entonces fue el deslumbrante cuadro

titulado Carnation, Lily, Lily, Rose  (Tate Gallery –Britain-, London). La pintura fue exhibida en la Royal Academy en 1887, lo que hizo que aminorarán las dudas y reservas de los críticos ingleses hacia Sargent; cuando poco después el cuadro fue adquirido por la nación Británica, se abrieron benéficos augurios para su carrera en Londres. (Ver imagen a la derecha).

Aunque los clientes ingleses todavía dudaron en posar para Sargent durante la década de 1880, los estadounidenses estuvieron dispuestos a hacerlo que durante sus visitas a los Estados Unidos entre 1887 y 1889. Tranquilizados por la calidad sobresaliente de los retratos de Sargent, los patronos británicos finalmente respondieron con numerosos encargos durante la década de 1890. Al respecto, transcribo en seguida un extracto de una nota preparada por Paloma Alarcó para el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid:

John Singer Sargent ha pasado a la posteridad como uno de los más
John D. Rockefeller Sr. 
acreditados retratistas de mujeres. Durante la mayor parte de su carrera, desde sus comienzos en París y después de su traslado permanente a Londres en 1886, inmortalizó a innumerables modelos de la alta burguesía con distinguidos atuendos y elegantes actitudes, en ambientes refinados y cultos. En la primera década del siglo XX, cuando Sargent había alcanzado el cenit de su fama como pintor y retratista, empezó a recibir numerosos encargos por parte de la aristocracia. Este cambio de clientela trajo consigo una sustancial alteración del tratamiento de la figura en sus composiciones y, como recientemente apuntaba Javier Barón, el carácter natural y espontáneo de los retratos de las familias de la alta burguesía fue sustituido por unas «composiciones mucho más estáticas y formales, en las que utilizó recursos del retrato de gran estilo, cuyas referencias más claras están en la tradición inglesa». Sargent se convierte así en heredero de la tradición retratista que va de Van Dyck a Thomas Lawrence, aunque, como han dejado claro de forma convincente Richard Ormond y Elaine Kilmurray, «no le preocupaba tanto imitar a los maestros antiguos como permitir que en sus obras respiraran la misma fuerza y atmósfera».”
 

A la vuelta del siglo, Sargent se había cansado de las exigencias que
Miss Ellen Terry as Lady Macbeth, 1889.
implicaba la pintura de retratos, al grado de decir que cada vez que pintaba un retrato perdía un amigo. Sus energías las fue dirigiendo a las pinturas murales para la Biblioteca Pública de Boston, el Museo de Bellas Artes de Boston, y el Harry Elkins Widener Memorial Library de la Universidad de Harvard, por los que había recibido una serie de comisiones a partir de 1890. También estudios de viajes y bocetos en acuarela llegaron a ocupar más de su tiempo lo que se convirtió en una nueva fuente de apoyo crítico y financiero. A partir de 1903, exhibió sus acuarelas recibiendo la aclamación de Londres y Nueva York, y estimulando por una gran demanda de las mismas. Sargent diseñó y planificó su carrera tan astutamente que en 1907, cuando ya no quiso aceptar más encargos de retratos, se había ganado una sólida reputación como acuarelista.

Por tratarse de uno de los retratos más sobresalientes de Sargent, que lleva el título “Millicent, duquesa de Sutherland”, de 1904, Óleo sobre lienzo. 254 x 146 cm Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid, quiero reproducir el siguiente texto alusivo de Paloma Alarcó para dicho museo:

“Millicent St. Clair Erskine (1867-1955) era la hija mayor del cuarto conde de
Millicent, duquesa de Sutherland, 1904.
Rosslin y Blanche Fitzroy. A los diecisiete años había contraído matrimonio con Cromartie Sutherland Leveson-Gower, que heredó el título de duque de Sutherland en 1892. Convertida en señora de la Stafford House de Londres, situada frente a Buckingham Palace, y del Dunrobin Castle de Escocia, la duquesa se convirtió en una de las anfitrionas más destacadas de la época y una de las mujeres más brillantes de la sociedad londinense del momento. Conocida como escritora e infatigable trabajadora por las clases sociales más desfavorecidas, era admirada por su inteligencia, belleza, elegancia y su altura moral. Incluso fue condecorada con la Cruz de la Guerra por su trabajo como enfermera y su generosa contribución durante la Primera Guerra Mundial.
 




El pintor trata con gran sensibilidad y delicadeza el carácter de lady Millicent,
Millicent, duquesa de Sutherland, (Detalle).
que tenía entonces treinta y siete años. Sargent la retrata de cuerpo entero, con el porte propio de una mujer aristocrática, y capta sagazmente su enérgica personalidad y su potente mirada. Situada en un exterior, la modelo, elegantemente vestida, apoya su mano derecha sobre una fuente, mientras gira ligeramente su erguido cuerpo hacia el espectador, en una actitud que rememora los retratos de las duquesas inglesas como diosas clásicas del pintor inglés sir Joshua Reynolds. En 1904, al ser presentado en la exposición anual de la Royal Academy de Londres, Roger Fry, que pronto defendería el postimpresionismo, hacía un comentario desfavorable del retrato en un artículo sin firma publicado en la revista Athenaeum. En cambio, otros críticos respondieron muy positivamente a su estilo dieciochesco: «El placer que producía el ver por primera vez una obra maestra de Gainsborough o Reynolds o Rommey, recién bajada del caballete, debe ser en cierto modo parecido al gran deleite que produce el esplendor de “La duquesa de Sutherland” de John Sargent», escribía un autor anónimo en Academy. Por su parte, el historiador y escritor Henry Adams, que contempló el retrato en París en 1905, escribía a su amada Elizabeth Cameron: «Permanecimos media hora sentados frente al cuadro. Nunca ningún artista logró pintar semejante psicología como lo hizo Sargent».”
 Paloma Alarcó.

Sargent fue un pintor sumamente exigente consigo mismo, muy profesional,
President Woodrow Willson.



gran conocedor de las técnicas y tradición pictóricas.
Durante su carrera, creó cerca de 900 pinturas al óleo y más de 2.000 acuarelas, así como innumerables bocetos y dibujos al carboncillo. En un artículo en la revista Time revista el crítico Robert Hughes elogió a Sargent como "el cronista sin rival del poderío masculino y la belleza femenina en una época en que, como la nuestra, se rendía un tributo excesivo a ambas."



John Singer Sargent  ha sido revalorado a partir de la década de los sesenta del siglo pasado junto al arte “Victoriano” en su conjunto. Hoy día es considerado como un gran maestro de la pintura y sus obras atesoradas por los principales museos y coleccionistas. 







Princess Louisa Margaret Alexandra

Victoria Agnes of Prussia.

 
Autorretrato 1907.


Palmettos Florida, 1917, Watercolors.

Joseph Pulitzer


Shipping Majorca, 1908. Watercolors.

Henry James, 1913.
Bedouin. Watercolor.
Bedouin Camp. Watercolors.



                                           Official White House Portrait of
                                                            President Theodore Roosevelt.



An Artist at His Easel. Acuarela.






1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias Federico, siempre sumamente interesante. Mis mejores deseos,

Hernán Galindo