domingo, 5 de junio de 2011

Cluny


Escudo de armas de la Abadía de Cluny
La Orden benedictina de Cluny
Por: Federico Zertuche


En este espacio hemos tratado algunos temas situados en la Edad Media, propios y característicos de esta época, tanto por su interés y valores intrínsecos, como por una intención deliberada que busca popularizar y divulgar la enorme riqueza cultural, artística y espiritual que se gestó durante su dilatado período usualmente menospreciado e injustamente tildado como oscurantista y retrógrado.



Como sabemos, para efectos convencionales, cronológicos e históricos, que efectivamente tienen sentido metodológico y académico, la Edad Media ha sido dividida como sigue: Alta Edad Media (siglos V-X) y comprende a Occidente, Bizancio y el Islam; Plena Edad Media (siglos XI-XIII), y Baja Edad Media (siglos XIV-XV).


Pues bien, a lo largo de la Alta Edad Media europea, alejada en el tiempo y por propias vicisitudes históricas de los focos de la civilización (Grecia, Roma, Bizancio y Alejandría), la cultura clásica sobrevivió gracias a los monasterios cristianos, que fueron las únicas entidades organizadas que mantuvieron bibliotecas, así como la reproducción y creación de nuevos libros, y en todo caso, del saber, a través de sus scriptoria: el sitio (aledaño a la biblioetca) donde los monjes amanuenses escribían sobre pergaminos y otros materiales afines (pues el papel todavía no se conocía), en sus respectivos scriptorium.


Los monjes y monasterios benedictinos fueron los iniciadores de la tradición de los scriptoria cuando Benedicto de Nursia (San Benito) fundó el monasterio de Monte Casino en el 529, cuya biblioteca y producción de libros (biblias, misales, libros de horas y espirituales, así como obras clásicas y paganas), fueron célebres durante centurias.


Guillermo de Aquitania
No obstante, no fue sino hasta el año 910 cuando la fortaleza de los monasterios irrumpe de manera determinante, decisiva e influyente con la creación de la Abadía de Cluny, cuando el duque de Aquitania, Guillermo I el Pío, cedió unos terrenos en Borgoña al monje Bernon para fundar un monasterio, quien como primer abad de la Orden benedictina de Cluny exigió el derecho de ser tributarios únicamente del Papa y responder de sus actos ante él, solamente, lo que permitió a la Orden una absoluta independencia de cualquier poder laico o eclesiástico con excepción del Pontificio, que trajo aparejados una gran cantidad de privilegios y donaciones, evitando la autoridad de los señores feudales (príncipes y demás) así como de los obispos.

Con tamaña libertad de acción la abadía se fue involucrando con el tiempo en asuntos y decisiones cada vez más importantes del ámbito social, político, económico e incluso militar, lo que junto al acierto de haber creado una estructura orgánica centralizadora, y hacer valer una especie de inmunidad “internacional” (si cabe el término en ese mundo) frente a reyes y nobles haciendo valer la ascendencia y protección papal. Gracias a la conjunción de esos factores, su estructura y organización pronto se reprodujeron y expandieron a otros territorios.


Cofre de la Abadía de Cluny
Así, la Orden de Cluny fue creciendo y expandiendo su jurisdicción, particularmente en siglo XI, de máximo esplendor, gracias a la extrema longevidad y estabilidad de los mandatos de dos de sus abades, Odilón (994-1049) y Hugo el Grande (1049-1109), en cuyos períodos Cluny llegó a contar entre 400 y 700 monjes (en su sede principal) y extender su poder absoluto sobre 850 monasterios en lo que ahora es Francia, 109 en Alemania, 52 en Italia, 43 en Gran Bretaña y 23 en la Península Ibérica, agrupando en total a más de 10,000 monjes, sin contar con el enorme personal subalterno.


Los principales aspectos organizativos, políticos y religiosos de los "monjes negros" se pueden resumir en los siguientes puntos:
- Vasallaje exclusivo a Roma y defensa de su primacía moral;
- Predominio de una férrea estructura jerárquica piramidal entre prioratos, abadías subordinadas y abadías afiliadas;
- Organización feudal interna y apoyo a la sociedad feudal de la época, manteniendo buenas relaciones con nobles y obispos (a pesar de su inmunidad frente a ellos);
- Intensificación decisiva de la clericalización del monacato. Cluny multiplicó el número de sacerdotes entre sus miembros;
- Predominio en la vida monástica del rezo litúrgico y la celebración coral de la eucaristía, frente a los trabajos físicos que eran irrelevantes, y que eran realizados por personal subalterno;
- Conservación y difusión de la cultura gracias a labor de sus scriptoria donde se realizaban permanentemente copia de manuscritos.


Maqueta digitalizada de la Abadía de Cluny
Cluny en un principio restableció la vieja regla benedictina prácticamente en todo su rigor. Mantiene la pobreza, la castidad, la obediencia, la humildad y la penitencia, aunque la pobreza no concernía a la construcción de los monasterios ni a sus ornamentos.


Como novedades respecto a la primitiva regla, la cluniacense impone el silencio de los monjes, que hablarán por señas, y la solemnidad del canto litúrgico, que llena casi toda la jornada de los monjes e inaugura la existencia del canto gregoriano. Se rompe, al igual que sucedió en los monasterios carolingios, el equilibrio entre oración y trabajo, ya que el cultivo de los campos quedaba en manos de siervos y colonos y, frente al mundo carolingio, se desatiende la meditación y el estudio.


Abadía de Cluny
Cluny asumió un papel muy importante en la evolución de las costumbres. Acomete por un lado la reforma de la religión popular, y para fomentar la piedad de los laicos, insiste en la necesidad de la penitencia a través de la peregrinación.


Por ello debemos a Cluny la mejora y preparación de las rutas peregrinas con hospederías, hospitales e iglesias, que van a centrarse preferentemente en tres vías: la de Jerusalén, la de Roma y la de Santiago de Compostela. El fomento de la peregrinación presupone que a través de sus iglesias, hospitales y albergues pueden difundir fácilmente los fundamentos de la doctrina cristiana al mismo tiempo que ofrecen al pueblo un apoyo tanto en sus necesidades materiales como en las espirituales.



San Isidoro de León, Puerta del perdón.
Cluny consideraba que la de Occidente era una sociedad destructiva y violenta, por lo que decidió crear dos instituciones fundamentales con el fin de que encauzarla por la vía de la paz:

La paz de Dios: es una institución fundada en el 989 que dota de asilo e inmunidad a todas las gentes que se refugien en lugares sagrados. Así, se evitaba el saqueo de bienes eclesiásticos y todos los desvalidos pueden escapar en el templo de las brutales acometidas que sufrían.


La tregua de Dios: es una institución establecida más tarde, en el año 1027, que prohibía pelear en determinadas fechas. En un principio, se planteó que la prohibición debía extenderse de la tarde del sábado a la mañana del lunes con el fin de que los guerreros pudieran cumplir con los deberes dominicales.


Sin embargo, como la medida alcanzó gran éxito, terminaron extendiendo la tregua desde el miércoles por la tarde al lunes por la mañana.


Esta medida supuso una reducción de la violencia y aunque fue de forma muy paulatina, este proceso desembocaría a que los caballeros adoptaran una nueva actitud encaminada a la defensa de los débiles y a la Guerra Santa.


Dibujo de Cluny III (tercera etapa).
La jornada en un Monasterio Cluniacense.
En el monasterio cluniacense, la jornada litúrgica era muy extensa, y será prácticamente igual a la de otras órdenes monásticas que le siguieron. Comenzaba en nocturnos o maitines, aproximadamente a la medianoche. Tras ello, los monjes podían volver a la cama hasta laudes, que es el rezo del final de la noche o del comienzo del alba. Tras ello, tocaba prima, que se rezaba a la salida del sol y que era cuando ya abandonan totalmente el lecho. Entonces comienza el capítulo conventual, que consistía en la lectura de la regla, se reza por los monjes muertos y se tratan asuntos internos de la comunidad. Luego se pasa a tercia, misa de difuntos y misa mayor, tras la que se hace una parada de para la comida, que consistía en hortalizas, legumbres, queso, algunos huevos, pero en todo caso nada de carne.


Después de la comida tocaba sexta, tras la que había un momento de esparcimiento, y se podía ir al locutorio, único lugar donde se podía hablar, aunque nunca de dos en dos, para evitar actos homosexuales. Tras ello venía nona, vísperas, cuando comenzaba a caer el sol, tras ello una cena muy frugal (y en días de ayuno ni siquiera). Por último, rezaban completas antes de irse a dormir, en invierno hacia las 6 y en verano entre las 7.30 y las 8 de la tarde.


Cluny se convirtió en un verdadero señorío feudal, con derecho de investidura e ingresos económicos de sus monasterios filiales, con un gran poder e influencia en la sociedad medieval. Realmente hubo una aristocratización de los monasterios; entendiéndose así el peso específico de la cultura en ellos. En su mayor esplendor, Cluny tuvo bajo su dominio más de 1000 monasterios.


Cluny también se hizo cargo del movimiento peregrino hacia Santiago de Compostela, jalonando su recorrido de monasterios y albergues, en los cuales la iconografía de sus capiteles y tímpanos, servían para instruir al peregrino en el conocimiento de la Historia Sagrada; en sus formas de comportamiento y en los premios y castigos que recibirían según su forma de vivir.


Peregrino era quien caminaba hacia Santiago de Compostela "per agrum" -de ahí su denominación- en referencia al Camino de Santiago y sus innumerables ramales. Palmero era el que se dirigía a Jerusalén; y Romero, el que encaminaba sus pasos a Roma.


La influencia de los monjes cluniacenses en España se puede clasificar en tres puntos esenciales:


Santiago de Compostela
Impulso del Camino de Santiago. Indudablemente, la Orden de Cluny fue uno de los principales motores de dinamización del Camino de Santiago. Fiel a la regla benedictina, la abadía cluniacense se auto invistió como difusora del cristianismo, sobre todo a lo largo del Camino. Desde ese punto de vista, resulta comprensible su interés por el Camino de Santiago, donde se fraguaban la Reconquista y la cristianización del sur musulmán.


También es posible que tal devoción jacobea se debiera en parte al anhelo de poder, ya que durante los siglos XI y XII, la orden duplicó sus propiedades gracias a las generosas donaciones realizadas por los monarcas hispanos. La orden de Cluny alzó monasterios, puentes, iglesias y hospitales, pero también recibió infinidad de edificios, tierras, prioratos y villas a través de decretos reales.


Chapelle Bourbon
Abolición del rito mozárabe. Otra influencia de Cluny ejerció sobre la España cristiana del siglo XI fue el apoyo a Roma para la abolición del rito mozárabe y la reorganización eclesiástico-monástica.


Fundación de Monasterios. Cluny encontró en los reyes de León del siglo XI el apoyo necesario para el establecimiento o reforma de varios monasterios en Tierra de Campos. Entre estos monasterios destacan San Zoilo en Carrión de los Condes, San Isidro de Dueñas (Palencia) y por supuesto, San Benito de Sahagún, que fue el monasterio más poderoso de ese periodo. En estos tres monasterios se producen manifestaciones románicas valiosísimas.


De San Benito de Sahagún (Anteriormente llamado "San Facundo y Primitivo) se conserva la lauda sepulcral de Alfonso Ansúrez más una Virgen procedente del tímpano de una portada que se exponen en el Museo Arqueológico Nacional.


San Isidro de Dueñas tiene una iglesia transformada que debió ser muy similar a San Martín de Fórmista. Afortunadamente, la portada occidental se conserva bien.


Por último, en San Zoilo de Carrión de los Condes, se descubrió en 1993 una portada oculta de excelente calidad artística. Tiene cinco arquivoltas y cuatro columnas con capiteles relacionados con Jaca y San Isidoro de León.


Románico italiano, capiteles.
Cluny y el arte románico.
El gran éxito de la consolidación y difusión del Arte Románico vendrá impulsado por una labor prácticamente evangelizadora de la Iglesia Romana, eficientemente vehiculada por la orden benedictina de Cluny. Cada nuevo monasterio contribuye a multiplicar el mensaje, tanto en forma de la réplica de códices en sus escritorios, como en el estímulo para edificar nuevas iglesias; y una vez consolidado, generar un nuevo monasterio con la designación de su Abad y el encargo de hacerlo.


Una y otra vez, a lo largo y ancho de Europa. Y cuando el empuje de la orden se debilita, surge la "reforma de la reforma": El Císter. Monjes blancos que toman el relevo de los monjes negros. Sobriedad tanto en lo formal como en lo espiritual precediendo a un nuevo estilo, vertical y luminoso en lo estructural y con modos realistas y expresivos en lo artístico: El Gótico.


Los factores que aseguraron el éxito fueron el monacato, la reforma, y una tercera circunstancia favorecedora que propició el éxito en la difusión del Románico: Las vías de comunicación. El Camino de Santiago, asentado sobre antiguas calzadas romanas, permitió la expansión y difusión de personas e ideas más allá de los territorios dominados por el Islam, que comienza su declive y retroceso a la vez que avanza el éxito de los reinos cristianos.


Iglesia de San Martín de Fromista
Y este avance de la reforma Gregoriana se manifiesta con un ingente número de iglesias que proclaman alto y claro con su peculiar estilo el triunfo del tándem Roma/Cluny.


Son templos cuajados de motivos decorativos, tanto escultóricos como pictóricos. Decoración en los muros, bajo los aleros, en los capiteles, en las ventanas, en las puertas de acceso, rebosantes de simbología... Y todos estos lugares se aprovechan para catequizar e instruir a un pueblo mayoritariamente analfabeto.


Tímpano de la catedral de Jaca
Tímpanos, capiteles y decoración pictórica, forman un todo, a modo de "comic" fácil de interpretar con unas pocas explicaciones de los religiosos. Los tímpanos de Jaca y San Isidoro de León, muestra de este arte pleno, al que García Guinea con acierto denomina "Románico Dinástico", por asentarse en las tierras bajo potestad de los descendientes del gran líder de la cristiandad que fue Sancho III el Mayor, rey de Navarra.


A pesar de sus grandes realizaciones, Cluny empezó a demostrar graves síntomas de agotamiento desde principios del siglo XII. Tras el negativo gobierno de Pons de Melqueil (1109-1132), el encabezado por su último gran abad, Pedro el Venerable (1132-1156), no pudo detener la crisis que tras su muerte se apoderó de la orden.


Pintura románica
Son varias las causas que parecen explicar el agotamiento del modelo de Cluny, pero sin duda la más importante parece estar en la rigidez de su propia estructura. La excesiva centralización orgánica de la orden, que hacía descansar todo en la figura del abad del monasterio fundacional, impedía la más mínima flexibilidad entre las distintas casas, paralizando así a toda la orden. Otro elemento a destacar fue el de la ordenación, imparable desde fines del siglo XI, de gran número de monjes atraídos más por el prestigio y la seguridad que la orden ofrecía que por una verdadera vocación. Este hecho, puesto de manifiesto por un autor como Serlon de Bayeux, que denunciaba la entrada en el claustro de caballeros arruinados, con el único objetivo de salir de su pobreza, intentó ya ser atajado sin éxito por Pedro el Venerable. Sus medidas, tendentes a detener la creciente mundanización de Cluny, denunciada repetidamente por san Bernardo en su polémica con el abad borgoñón, llegaron demasiado tarde como para poder hacerse efectivas.



Francisco de Zurbarán
 Con el tiempo, la influencia de Cluny fue sustituida por la nueva Orden del Císter, cisterciense, -los monjes blancos-, que tendría enorme repercusión en Europa hasta nuestros días. El Císter, impuso la reforma de la reforma (Reforma Gregoriana), que implicaba la restauración de la regla benedictina, el ascetismo y rigor litúrgico, el retorno a la pobreza, -cuya observancia se había relajado o de plano abandonado en Cluny-, y que debe su considerable desarrollo a Bernardo de Claraval (1090-1153), hombre de una personalidad y de un carisma excepcionales. Su influencia y prestigio personal hicieron que se convirtiera en el cisterciense más importante del siglo XII. Pues, aun no siendo el fundador, sigue siendo todavía hoy el maestro espiritual de la orden. A fines del siglo XII, el Císter empezó a divulgar y propagar el gótico como estilo emergente frente al románico.





4 comentarios:

Gerardo Palacios dijo...

Muy interesante artículo, que revela un conocimiento profundo sobre el tema y una dedicación pertinaz hacia el conocimiento. Bueno mi estimado Federico, pero éstas órdenes cristianas, aparte de haber dominado a gran parte de la humanidad con sus mentiras, tal como lo denuncia Nietzsche, qué obras perviven gracias a estos buenos y dedicados señores.
Me parece de interés que se hiciese una relación de sus trabajos de transcripción de obras importantes y que sin su trabajo casi obsesivo de copiado, no tendríamos hoy.
Gracias, muchas gracias Maestro Federico.
Saludos.

Anónimo dijo...

Del Dr. Emilio Garzón:

¡Excelente, como siempre, Don Federico Zertuche!

Anónimo dijo...

De Marcelo Guerra:

Federico te felicito por tan excelente y dedicado trabajo! Y te agradezco por compartirlo! Sin duda, es una joya encontrada en el pajar del diario discurrir...

Anónimo dijo...

De Nito da Vila:

Interesantísimo, y, por cierto, me sorprendió mucho la etimología del término ''peregrino'', que no la conocía.