Por: Federico Zertuche
A estas alturas, luego de menos de dos meses de haberse estrenado en salas públicas el documental Presunto culpable de Roberto Hernández y Geoffrey Smith, ha corrido mucha tinta y se han hecho multitud de comentarios en los medios audiovisuales mexicanos y extranjeros.
Sin embargo, por tratarse de una realización impecable –a mi juicio-, despierta por lo mismo en cada espectador una “lectura” distinta, otra manera de percibirla, sentirla e interpretarla; como ocurre con las buenas novelas: cada lector las recrea y vive de singular y peculiar manera, tratase de una experiencia única: lector/autor, expectador/director.
Hacía mucho tiempo que un documental causara tanta conmoción, expectativas, ilusiones, indignación, comentarios y polémica nacional como este que reseñamos. La temática de fondo, a saber, el deplorable estado de la justicia penal, en particular, y de la impartición de justicia en general, de los jueces, ministerios públicos, policías judiciales, leyes adjetivas y sustantivas, y el Poder Judicial como un todo, afecta directa y personalmente a todos los habitantes de México, así como a las demás instituciones y a las personas morales, llámense empresas o asociaciones.
Aunque he mencionado falencias y carencias de las leyes sustantivas y adjetivas, ahora me percato que no son tanto sustantivas sino adjetivas. En términos generales tenemos buenas leyes, pero no se aplican, falla su adjetivación. Cuando queremos aterrizarlas nos enfrentemos a una montaña de obstáculos e incluso situaciones adversas y perversas que impiden y dificultan sobremanera su realización.
Es uno de los lastres y asignaturas pendientes que llevamos literalmente arrastrando por los suelos desde hace dos siglos: representa un triste balance judicial de bicentenario. Una nación que adolece de fuertes vicios en su sistema judicial, cuyo Estado de derecho deja tanto que desear, y que a fin de cuentas es incapaz de impartir justicia de manera justa, eficaz, expedita, conforme a derecho, es un país que cojea, está manco, ciego de un ojo –o tuerto-, sordo de un oído, y tullido del corazón: herido en su sensibilidad.
Presunto culpable es la exposición pública mediante un documento cinematográfico, que narra a través de imágenes y voces no de personajes sino de personas reales, las experiencias de una historia verdadera en la que el protagonista principal, Toño, de pronto se encuentra atrapado en la maraña de la sinrazón y el absurdo a los que ha llegado el sistema judicial mexicano en su conjunto, condenado por un homicidio que no solamente no cometió, sino del que se le acusa sin sustento jurídico probatorio sólido y efectivo, sino a base de imputaciones falsas de un testigo fabricado, de suposiciones gratuitas, peregrinas e interesadas de una venal, desvergonzada, cínica y corrupta policía judicial, y de una incompetente agente del ministerio público, a los que un juez inescrupuloso, insensible y venal da como buenos sus gratuitos dichos acusatorios, condenando a un inocente en dos ocasiones a más de veinte años de prisión.
Es un relato cinematográfico sumamente dramático y conmovedor, vivo y descarnado, sin ningún artilugio, adorno ni el más mínimo toque cosmético, de vestuario o escenográfico, la realidad tal cual, los hechos como son y las personas en su papel vital.
Si no hubiera sido por la intervención de dos jóvenes abogados, Layda Negrete y Roberto Hernández, que se encontraban en el inter para irse a estudiar su doctorado en la Universidad de Berkeley, así como de un abogado profesional que se encargó de la defensa de Toño, y del director de la película, Geoffrey Smith, quienes tuvieron la feliz idea de grabar con cámaras y audio todo el proceso penal y otros episodios en la cárcel y alrededor de la familia, novia y luego esposa de Toño, hubiera sido impensable que el acusado fuera absuelto luego de varias batallas judiciales a lo largo de más de dos años de prisión.
Luego vino el fenómeno mediático y la reacción que despertó en la sociedad mexicana en su conjunto cuando se empezó a exhibir el crudo y vehemente documental, hasta el intento de prohibir su exhibición por un recurso legal promovido por unos abogados del testigo acusador. Una vez más la justicia triunfó.
Presunto culpable ya es una causa pública mexicana, semejante al Yo acuso de Emile Zola en el caso Dreyfus que puso en evidencia y en jaque a la justicia francesa en el siglo XIX. Enhorabuena por Toño, Layda, Roberto y Geoffrey, así como a todos los que les apoyaron en esta epopeya fílmica, jurídica y humanística que sin duda redundará en beneficio de la justicia mexicana.
P.D. Gracias a los amables comentarios recibidos y consignados en el espacio indicado, quiero hacer extensivas mis felicitaciones al licenciado Heredia que se ocupó de la defensa de Toño sin cobrar honorarios, así como del licenciado Ernesto Canales en su calidad de productor del documental y de Presidente de Renace, institución que se dedica a defender personas inocentes de bajos recursos económicos injustamente procesadas, que promovió y patrocinó la película.
4 comentarios:
Muy bueno, como de costumbre, solamente te faltó dar crédito al abogado Heredia que defendió a Toño sin cobrar y de RENACE por su tenaz lucha para que se realicen los juicios orales en México y por la ayuda brindada para la realización del documental y de sus copias para distribuirlas en todo el país. Un abrazo,
Irma
Y más avanza la justicia al saber que en estos días sorprendieron a los hijos del "tomandante" que sale en la película, robando estéreos.
Son gente de 24 y 32 años, franeleros, o sea, sin oficio ni beneficio, "ninis". No podría salir buen producto de ese padre. Saludos,
Buca nero
Muy acertados comentarios y muy bien dicho. Conozco a la hermana de Hernández el director, que también es abogada, desde que trabajaba aquí en Monterrey en Renace haciendo un estudio sobre las condiciones de la justicia y tribunales, de donde obtuvieron datos duros; también me siento muy involucrada en esta lucha.
Un abrazo,
Martha
Del licenciado Ernesto Canales Santos
Te agradezco enormemente tus comentarios sobre Presunto Culpable y le marco copia a Layda, Roberto y Rafael por si no les hubiera llegado ya. Este tipo de contribuciones hacen que la Reforma Penal suceda; nos vemos pronto,
Ernesto
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