La llama doble: indagaciones sobre el amor en
Occidente
Seix Barral/Biblioteca Breve,
México 1994.
El amor es tema
recurrente e inagotable en todas las creaciones y manifestaciones artísticas,
quizá el más socorrido. Los poetas se han valido de historias y hechos amorosos
desde Homero, erotismo y poética están entrelazados; los mitos se nutren de la
pasión amorosa que encontramos casi siempre en medio de la trama y su
desenlace; trovadores y juglares cantaron sus vicisitudes, proezas y tragedias;
pintura y escultura lo recrean y rinden tributo, igual que la música y la
danza; grandes novelas giran en torno a una historia amorosa; los filmes de
amor son innumerables; en los relatos y chismes sociales abunda y prima dicha
temática, el amor, pues, ocupa nuestras vidas, energías y trabajos de manera
singular y excepcional.
Tales
manifestaciones artísticas elaboradas a lo largo de la historia de Occidente
han marcado una tradición que trae aparejadas una suerte de pautas, cánones,
idealizaciones modélicas o paradigmas sentimentales, que vistas en conjunto
podemos designar como un ars amandi o
ars amatoria –un arte de amar- que se
ha ido decantando y configurando en el tiempo como proceso cultural
específico y característico. No es casual, por ello, que muchos hombres de
letras se han ocupado de estudiarlo y reflexionar sobre esas representaciones y
la pasión que les da sustento.
El poeta |
De
esta manera, Paz nos conduce a distinguir entre sexo, erotismo y amor, como
dimensiones diferenciadas pero al mismo tiempo entrelazadas e indisolubles del
ser humano, que a su vez, se elevan desde la más primitiva y animal, el sexo, a
la erótica, sexualidad transfigurada: metáfora, y al amor considerado como
sublimación poética y espiritual. No obstante, el amor desprovisto de erotismo
y sexo no es tal.
Ilustración del Roman de la Rose, Jardín del Amor |
Valga un ejemplo: “El encuentro erótico comienza con la visión del cuerpo
deseado. Vestido o desnudo, el cuerpo es una presencia: una forma que, por un
instante, es todas las formas del mundo. Apenas abrazamos esa forma, dejamos de
percibirla como presencia y la asimos como una materia concreta, palpable, que
cabe en nuestros brazos y que, no obstante, es ilimitada.”
El libro está trazado de
tal manera que el lector puede observar la carta de navegación y al mismo
tiempo leer su bitácora hasta la conclusión del viaje: el capitán (autor)
conduce su nave valido de mapas e instrumentos, de experiencias y vivencias,
pero al mismo tiempo ávido de hallazgos, atento a lo imprevisto y curioso
observador de la terra ignota.
Octavio Paz, fotografía de Manuel Álvarez Bravo |
Con el fin de
delimitar las fronteras que dividen sexo, erotismo y amor, Paz recurre a la
ciencia: (…) las células se multiplican por gemación, esporulación y otras
modalidades, o sea por partenogénesis o autodivisión, salvo en un islote en el
que la reproducción se realiza por la unión de células de distinto sexo
(gametos).Este islote es el de la sexualidad y su dominio, más bien reducido,
abarca al reino animal y a ciertas especies del reino vegetal. El género humano
comparte con los animales y con ciertas plantas la necesidad de reproducirse
por el método del acoplamiento y no por el más simple de la autodivisión.”
Dicho lo anterior, el
autor empieza a trazar una línea divisoria: “Ante todo, el erotismo es
exclusivamente humano: es sexualidad socializada y transfigurada por la imaginación
y la voluntad de los hombres. La primera nota que diferencia al erotismo de la
sexualidad es la infinita variedad de formas en que se manifiesta, en todas las
épocas y en todas las tierras. El erotismo es invención, variación incesante;
es sexo es siempre el mismo. (…) En todo encuentro erótico, hay un personaje
invisible y siempre activo: la imaginación, el deseo. En el acto erótico
intervienen siempre dos o más, nunca uno. (…) las ceremonias y juegos eróticos
son innumerables y cambian continuamente por la acción constante del deseo,
padre de la fantasía. (…) Los animales se acoplan siempre da la misma manera;
los hombres se miran en el espejo de la universal copulación animal; al
imitarla, la transforman y transforman su propia sexualidad.”
Mas adelante Paz se
ocupa de dilucidar sobre la necesidad de las sociedades para establecer reglas
que canalicen el instinto sexual y protegerla de sus desbordamientos. En todos
los grupos sociales se establecen prohibiciones y tabúes destinados a regular
el instinto sexual; sin esas reglas la familia se desintegraría y con ella la
sociedad entera. El tabú del incesto, el contrato matrimonial, la castidad en
algunos grupos especialmente religiosos, legislación sobre burdeles o
prostitución, prohibición de la violación o estupro, etc. También repasa el
libertinaje y la abstención sexual, por ejemplo durante la cuaresma o en los
carnavales.
Francois Gerard, Eros y Psiquis |
De tal manera,
entresaco algunas reflexiones: “(…) No, no es lo mismo con éste o con aquél. Y
esta es la línea que señala la frontera entre el amor y el erotismo. El amor es
una atracción hacia una persona única: a un cuerpo y a una alma. El amor es
elección; el erotismo, aceptación. Sin erotismo –sin forma visible que entra
por los sentidos- no hay amor pero el amor traspasa al cuerpo deseado y busca
al alma en el cuerpo y, en el alma, al cuerpo. A la persona entera. (…) La idea
del encuentro exige, a su vez, dos condiciones contradictorias: la atracción que
experimentan los amantes es involuntaria, nace de un magnetismo secreto y
todopoderoso; al mismo tiempo, es una elección. (…) El territorio del amor es
un espacio imantado por el encuentro de dos personas.”
La idea del amor
adoptada por la sociedad Occidental –que no el sentimiento que es universal-
nace o surge del amor cortés
practicado en Provenza entre los siglos XI y XII. Pues como dice Paz, “… a
veces la reflexión sobre el amor se convierte en la ideología de una sociedad;
entonces estamos frente a un modo de vida, un arte de vivir y morir. Ante una
ética, una estética, una etiqueta: una cortesía,
para emplear el término medieval.”
Trovadores |
De hecho, el
condado de Provenza estuvo bajo soberanía catalana a raíz del matrimonio de Dulce
de Provenza con Ramón Berenguer III, conde de Barcelona, y luego bajo dominio
de la corona de Aragón por semejantes lazos dinásticos. Mientras que en
Occitania se hablaba la lengua de oc,
en Francia, la de oïl. El nombre del idioma viene de la palabra òc que en
occitano medieval y actual significa 'sí', en contraste con el francés del
norte o lengua de oïl (pronunciado uí, ancestro del francés moderno oui).
En todo caso, en esas
regiones, incluyendo a España, Portugal y Rumanía, se gestaron en la Alta Edad
Media las llamadas lenguas romances surgidas del latín vulgar tras la caída del
Imperio romano. De ahí surgieron el español actual, el catalán, el portugués,
el francés, el provenzal o lengua de Oc, el italiano y sus dialectos, el sardo,
así como el rumano. En las cortes provenzales donde surgió el amor cortés se
hablaba la lengua de Oc o provenzal. Por ese entonces y en el mismo entorno (las
cortes feudales de Occitania) también nació y floreció la tradición trovadoresca,
de la mano del amor cortés. Los trovadores -poetas y cantantes (cantautores)-
empleaban la lengua de Oc.
Leonor de Aquitania y su corte |
La cortesía –advierte Paz- no está al alcance de todos: “es un saber y una práctica. Es el privilegio de lo que podría llamarse una aristocracia del corazón. (…) el adepto debe cultivar su mente y sus sentidos, aprender a sentir, hablar y, en ciertos momentos, a callar. La cortesía es una escuela de sensibilidad y desinterés. (…) El amor cortés se aprende: es un saber de los sentidos iluminados por la luz del alma, una atracción sensual refinada por la cortesía.” De esta manera Paz regresa a la imagen de los círculos concéntricos: “el sexo es la raíz, el erotismo es el tallo y el amor la flor. ¿Y el fruto? Los frutos del amor son intangibles. Este es uno de sus enigmas.”
Alberto Durero, Adán y Eva |
Y de esta forma Paz conduce al lector por un recorrido desde la antigüedad grecorromana a fin de ir desentrañando los misterios del amor y sus resortes íntimos, recurre a labores de arqueólogo de la pasión amorosa al evocar un discurso de Aristófanes: “Para explicar el misterio de la atracción universal que unos sienten hacia otros, acude al mito del andrógino original. Antes había tres sexos: el masculino, el femenino y el andrógino, compuesto por seres dobles. Estos últimos eran fuertes, inteligentes y amenazaban a los dioses. Para someterlos, Zeus decidió dividirlos. Desde entonces, las mitades separadas andan en busca de su mitad complementaria. El mito del andrógino no sólo es profundo sino que despierta en nosotros resonancias también profundas: somos seres incompletos y el deseo amoroso es perpetua sed de ‘completud’. Sin el otro o la otra no seré yo mismo. Este mito y el de Eva que nace de la costilla de Adán son metáforas poéticas que, sin explicar realmente nada, dicen todo lo que hay que decir sobre el amor.”
Diotimia de Manitea |
Marie José Tramini de Paz y el poeta, quienes lucen encantados: enamorados. |
Filemón y Baucis reciben a Júpiter y Mercurio, Jean Restout |
Me he extendido en las citas textuales de Paz, más que reseñarlo o parafrasearlo, por razones obvias: es insuperable. Prefiero que el lector de este modesto trabajo beba directo de la fuente que surte el agua cristalina y pura. Ruego, por tanto, una disculpa por tal abuso.
Más adelante Paz se ocupa del amor cortés, surgido de los poetas reunidos en torno a las cortes de la nobleza feudal del mediodía de la antigua Galia que sucintamente hemos descrito antes: un conjunto de señoríos semindependientes, en un período de inestabilidad política pero de inmensa fecundidad espiritual. Dice Paz: “Fue un anuncio, una primavera. El siglo XII fue el siglo del nacimiento de Europa; en esa época surgen lo que serían después las grandes creaciones de nuestra civilización, entre ellas dos de las más notables: la poesía lírica y la idea del amor como forma de vida. Los poetas inventaron al ¡amor cortés’. Lo inventaron, claro, porque era una aspiración latente en aquella sociedad.”
“En menos de dos siglos, sigue nuestro autor, estos poetas crearon un código de amor, todavía vigente en muchos aspectos, y nos legaron las formas básicas de la lírica de Occidente. Tres notas de la poesía provenzal: la mayor parte de los poemas tiene por tema el amor; este amor es entre hombre y mujer; los poemas están escritos en lengua vulgar.” Muchos de ellos en al lengua de Oc. “Poemas no para ser leídos sino oídos, acompañados por la música, en el cour del castillo de un gran señor. Esta feliz combinación entre la palabra hablada y la música sólo podría darse en una sociedad aristocrática amiga de los placeres refinados, compuesta por hombres y mujeres de la nobleza.” A quienes componían y cantaban tales poemas se les llamó trovadores, iniciándose así una rica tradición europea.
“La aparición de ‘amor cortés’ –sigue Paz- sería inexplicable sin la evolución de la condición femenina. Este cambio afectó sobre todo a las mujeres de la nobleza, que gozaron de mayor libertad que sus abuelas de los siglos obscuros. (…) Entre las mujeres de este período destacó la figura de Leonor de Aquitania, esposa de dos reyes, madre de Ricardo Corazón de León y patrona de poetas. Varias damas de la aristocracia fueron también trovadoras, (…) la condesa de Dia, famosa trobairitz. Las mujeres disfrutaron de las libertades en el período feudal que perdieron más tarde por la acción combinada de la Iglesia y la monarquía absoluta. (…) La historia del amor es inseparable de la historia de la libertad de la mujer.” No es ocioso afirmar que tal libertad de las mujeres en Occidente contrasta con el sometimiento a los hombres que aún sufren las mujeres de países islámicos y en otros del Lejano Oriente.
Otro rasgo característico que destaca Paz del “amor cortés”, consiste en que aunque éste nació en una sociedad profundamente cristiana, en muchos puntos esenciales se aparta de las enseñanzas de la Iglesia y aun se opone a ellas. Esta independencia no pasó inadvertida para las autoridades eclesiásticas, que siempre reprobaron al “amor cortés”, en donde el amor es un asunto humano, exclusivamente humano.
Luego nos habla sobre otros rasgos característicos del amor cortés: “La imagen de la escala figura en casi todos los cultos. Contiene dos ideas: la del ascenso y la de iniciación. Por lo primero, el amor es una elevación, un cambio de estado: los amantes trascienden, por un momento al menos, su condición temporal y, literalmente, se transportan a otro mundo. Por lo segundo, conocen una realidad oculta. Se trata de un conocimiento no intelectual: el que contempla y conoce no es el ojo del intelecto, como en Platón, sino el del corazón. Hay que agregar otra nota, derivada no de la tradición religiosa ni de la filosofía sino de la realidad feudal: el ‘servicio’ del amante. Como el vasallo, el amante sirve a su amada. El ‘servicio’ tiene varias etapas: comienza con la contemplación del cuerpo y el rostro de la amada y sigue, conforme a un ritual, con el intercambio de signos, poemas, entrevistas. ¿Dónde y cuándo termina? Si se leen los textos, se comprueba que, (…) no había equívoco posible: la consumación del amor era el goce carnal.” Paz enumera los tres grados de “servicio” amoroso: pretendiente, suplicante y aceptado. “La dama, al aceptar al amante lo besaba y con eso terminaba su servicio. Pero había un cuarto grado: el del amante carnal.”
Tristán e Isolda, muerte de amor |
No obstante el trágico fin de Occitania, lo cierto es que el “amor cortés” y los trovadores provenzales con “esas canciones, frescas como el amanecer, iluminarían a la lírica europea, de los ruiseñores de Shakespeare a las alondras de Lope de Vega”, como señala Paz. Lo propio puede decirse de la elevación de la mujer, que de súbdita pasó a ser señora. El amor cortés otorgó a las damas el señorío más preciado: el de su cuerpo y el de su alma. Como indica Paz, fue un gran paso hacia la igualdad de los sexos.
La reina Ginebra y Lanzarote |
De tal manera sigue Paz el recorrido por la historia de la cultura en Occidente identificando la evolución de la idea que del amor se han hecho los poetas, artistas e intelectuales y las sociedades que conforman hasta nuestros días.
Para concluir esta reseña me limitaré a citar lo que Paz llama “los elementos constitutivos de nuestra imagen del amor” y que enumera en cinco notas características. La primera es la exclusividad: “El amor es individual o, más exactamente, interpersonal: queremos únicamente a una persona y le pedimos a esa persona que nos quiera con el mismo afecto exclusivo. La exclusividad requiere la reciprocidad, el acuerdo del otro, su voluntad. Así pues, el amor único colinda con otro de los elementos constitutivos: la libertad.” El segundo elemento es de naturaleza polémica: el obstáculo y la transgresión. “El diálogo entre el obstáculo y el deseo se presenta en todos los amores y asume siempre la forma de un combate.” (…) “Todas las parejas, lo mismo las de los poemas y novelas que las del teatro y del cine, se enfrentan a esta o aquella prohibición y todas, con suerte desigual, a menudo trágica, la violan. En el pasado el obstáculo fue sobre todo de orden social.”
“El obstáculo y la transgresión están íntimamente asociados a otro elemento también doble: el dominio y la sumisión. (…) El amor ha sido y es la gran subversión de Occidente. Como en el erotismo, el agente de la transformación es la imaginación. Sólo que, en el caso del amor, el cambio se despliega en relación contraria: no niega al otro ni lo reduce a sombra sino que es negación de la propia soberanía. Esta autonegación tiene una contrapartida: la aceptación del otro.” Este reconocimiento es voluntario, es un acto libre. “El reconocimiento aspira a la reciprocidad pero es independiente de ella. Es una puesta que nadie está seguro de ganar porque es una apuesta que depende de la libertad del otro. (…) el amor es la búsqueda de una reciprocidad libremente otorgada. (…) La cesión de la soberanía personal y la aceptación voluntaria de la servidumbre entrañan un verdadero cambio de naturaleza: por el puente del mutuo deseo el objeto se transforma en sujeto deseante y el sujeto en objeto deseado. Se representa al amor en forma de un nudo; hay que añadir que ese nudo está hecho de dos libertades enlazadas.”
Otro elemento es el compuesto entre fatalidad y libertad. “Aunque la idea de que el amor es un lazo mágico que literalmente cautiva la voluntad y el albedrío de los enamorados es muy antigua, es una idea todavía viva: el amor es un hechizo y la atracción que une a los amantes es un encantamiento. Lo extraordinario es que esta creencia coexiste con la opuesta: el amor nace de una decisión libre, es la aceptación voluntaria de una fatalidad.”
Dante, viendo pasar a Beatriz a un costado del Arno |
Aquí dejo las reflexiones del gran Octavio Paz y la reseña de su hermoso y luminoso libro La llama doble, invitando al lector de estas líneas que aun no lo ha leído, a adentrarse en esta rica experiencia espiritual, estética, vivencial y cognitiva. Amén.
2 comentarios:
De: Carlota Eugenia Rodríguez
Me alegra recibir tu blog, ya lo estaba extrañando. Saludos,
Eugenia
Magistral! Que manejo de conceptos tan bellamente entretejidos. Paz estaría feliz de leer tu reseña. Saludos, Adriana
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