lunes, 11 de enero de 2010

Traduttore, traditore

Cinco traducciones del célebre poema Ítaca del poeta griego Constantino Cavafis.

Reza el conocido refrán traduttore, traditore, para indicar que quien traduce

traiciona; algo de verdad tiene, aunque creo más bien que se refiere a las enormes dificultades que enfrenta el traductor, particularmente de poesía, al transferir de una lengua a otra no sólo el sentido o significado del poema, sino su musicalidad, sonoridad, rima, el trasfondo cultural, artístico, estético y sensible, las metáforas empleadas y otras figuras estilísticas, entre otros tantos elementos que por lo general lleva consigo o implícitos un poema escrito en la lengua materna del poeta o la que haya adquirido por elección.

No obstante tales dificultades, e incluso algunas que ocasionalmente resultan insalvables, las traducciones no sólo son necesarias y útiles sino indispensables para tener acceso a la poesía y en general a la literatura en otras lenguas distintas a la nuestra o a las que dominamos.

En tal sentido pongo a consideración del lector las siguientes traducciones del griego al español de un mismo poema, como un ejercicio que nos permita calibrar el sentido de aquel dicho así como adentrarnos un poco en el arte de la traducción, al comparar las distintas versiones, al tiempo de disfrutar, desde luego, este hermoso poema.

Traducción de Francisco Rivera:
Constantino Cavafis


Ítaca
Cuando emprendas el viaje hacia Ítaca,
ruega que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
A los Lestrígones, a los Cíclopes
o al fiero Poseidón, nunca temas.
No encontrarás tales seres en el camino
Si se mantiene elevado tu pensamiento y es exquisita
la emoción que te toca el espíritu y el cuerpo.
Ni a los Lestríogenes, ni a los Cíclopes,
ni al feroz Poseidón has de encontrar,
si no los llevas dentro del corazón,
si no los pone ante ti tu corazón.

Ruega que sea largo el camino.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que -¡con qué placer, con qué alegría!-
entres en puertos antes nunca vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finas mercancías,
madreperla y coral, ámbar y ébano,
y voluptuosos perfumes de todo tipo,
tantos perfumes voluptuosos como puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
para que aprendas y aprendas de los sabios.
Siempre en la mente has de tener a Ítaca.
Llegar allá es tu destino.
Pero no apresures el viaje.
Es mejor que dure muchos años
y que ya viejo llegues a la isla,
rico de todo lo que hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te dé riquezas.

Ítaca te ha dado el bello viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
No tiene otras cosas que darte ya.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Sabio como te has vuelto, con tantas experiencias,
Habrás comprendido lo que significan las Ítacas.


Traducción de Cayetano Cantú:

Ítaca
Cuando emprendas el viaje hacia Ítaca,
ruega que tu camino sea largo
y rico en aventuras y descubrimientos.
No temas a lestrigones, a cíclopes o al fiero Poseidón;
no lo encontrarás en tu camino
si mantienes en alto tu ideal,
si tu cuerpo y alma se mantienen puros.
Nunca verás los lestrigones, los cíclopes o a Poseidón,
si de ti no provienen,
si tu alma no los imagina.

Ruega que tu camino sea largo,
que sean muchas las mañanas de verano,
cuando con placer llegues a puertos
que descubras por primera vez.
Ancla en mercados fenicios y compra cosas bellas:
madreperla, coral, ámbar, ébano
y voluptuosos perfumes de todas clases.
Compra todos los aromas sensuales que puedas;
ve a las ciudades egipcias y aprende de los sabios.

Siempre ten a Ítaca en tu mente;
llegar ahí es tu meta, pero no apresures el viaje.
Es mejor que dure mucho,
mejor anclar cuando estés viejo.
Pleno con la experiencia del viaje,
no esperes la riqueza de Ítaca.
Ítaca te ha dado un bello viaje.
Sin ella nunca lo hubieras emprendido;
pero no tiene más que ofrecerte,
y si la encuentras pobre, no fue Ítaca quien te defraudó.

Con la sabiduría ganada, con tanta experiencia,
habrás comprendido lo que las Ítacas significan.


Traducción de Julia María Plou:



Ítaca
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.
Traducción de Ramón Irigoyen:
Constantino Cavafis


Ítaca

Cuando salgas de viaje para Ítaca,
desea que el camino sea largo,
colmado de aventuras, de experiencias colmado.
A los lestrigones y a los cíclopes,
al irascible Posidón no temas,
pues nunca encuentros tales tendrás en tu camino,
si tu pensamiento se mantiene alto, si una exquisita
emoción te toca cuerpo y alma.
A los lestrigones y a los cíclopes,
al fiero Posidón no encontrarás,
a no ser que los lleves ya en tu alma,
a no ser que tu alma los ponga en pie ante ti.

Desea que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que -¡y con qué alegre placer!-
entres en puertos que ves por vez primera.
Detente en los mercados fenicios
para adquirir sus bellas mercancías,
madreperlas y nácares, ébanos y ámbares,
y voluptuosos perfumes de todas las clases,
todos los voluptuosos perfumes que te sean posibles.
Y vete a muchas ciudades de Egipto
y aprende, aprende de los sabios.

Mantén siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Pero no tengas la menor prisa en tu viaje.
Es mejor que dure muchos años
y que viejo al fin arribes a la isla,
rico por todas las ganancias de tu viaje,
sin esperar que Ítaca te va a ofrecer riquezas.

Ítaca te ha dado un viaje hermoso.
Sin ella no te habrías puesto en marcha.
Pero no tiene ya más que ofrecerte.

Aunque la encuentres pobre, Ítaca de ti no se ha burlado.
Convertido en tan sabio, y con tanta experiencia,
ya habrás comprendido el significado de las Ítacas.


Traducción de Pedro Bádenas de la Peña:

Ítaca
Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.

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