Por: Federico Zertuche
No es casual que la mayoría de periodistas de opinión y comunicadores más destacados de México (incluyendo Paco Calderón en su caricatura de martes 17 de agosto), se hayan pronunciado en contra de las retrógradas, calumniosas, iracundas y groseras declaraciones de Juan Sandoval Íñiguez sobre el matrimonio entre homosexuales y la posibilidad legal de adopción por parte de esas parejas, aprobados por la Asamblea del D.F. y ratificadas por el voto de la mayoría de los ministros de la honorable Suprema Corte de Justicia de la Nación tras varios días de debates públicos, ricos en argumentaciones y sustentación jurídicos. El matrimonio y la adopción que trataron, son instituciones civiles que se rigen por el derecho, no por la moral ni por las normas eclesiásticas. El derecho se transforma a lo largo del tiempo a la par que evolucionan las sociedades, a través de las instituciones legales y democráticas como son las legislaturas -acorde a procesos reglados- conformadas por representantes legal y democráticamente elegidos por el voto ciudadano. El matrimonio no está atado a su etimología, ni a ningún aspecto semántico, sino a consideraciones sociales y jurídicas. Adicional y afortunadamente, en nuestro país (como otros de Occidente) vivimos en un Estado laico que nos legaron las generaciones de ilustres liberales del siglo XIX encabezadas por Benito Juárez y los hermanos Sebastián y Miguel Lerdo de Tejada, de tal manera, están claramente determinadas las jurisdicciones y competencias entre el poder político y el eclesiástico. Así es que un bocón calumnioso y bravucón como Sandoval Íñiguez debe cuidar su “trompabulario” y dirigirlo, más bien, a la cantidad de sacerdotes pederastas, pedófilos y corruptores de menores que abundan en una Iglesia que quiere hacernos creer que la homosexualidad es una enfermedad y perversión cuando la ciencia moderna, que la ha estudiado a fondo y sistemáticamente, ya descartó hace mucho tiempo ambos supuestos. Obligar a la represión sexual a los curas por el absurdo voto de castidad, sí que es contra natura. Tratar despectivamente a los homosexuales, sólo exhibe los prejuicios de quienes los descalifican. Los niños que pueden ser adoptados ya por heterosexuales como por homosexuales, no están en posibilidad directa de “ejercer sus derechos” al respecto, pues por su minoría de edad los tienen restringidos, son los tutores quienes a su nombre los ejercen en cada caso de adopción, como ocurre desde hace mucho. Tampoco es fortuito que en la actualidad en muchos países, particularmente de cultura musulmana, prevalezca el Estado teocrático –controlado por ayatolas e imanes fundamentalistas- junto a la discriminación y disminución de los derechos a la mujer, ya no digamos a los homosexuales que son tratados como verdaderos criminales. Por ello, siempre será bueno recordar, valorar y defender los valores y principios logrados por la civilización Occidental de la que somos parte.
Fotografía del Presidente Sebastián Lerdo de Tejada
No hay comentarios:
Publicar un comentario